Recordar con el Corazón, Transformar con la Acción: El Viernes Santo
- Claudia Vallejo.angeles
- 18 abr
- 3 Min. de lectura

Hoy es un día que permanece en la memoria de innumerables personas, y generación tras generación recordamos esa imagen de un cuerpo colgado en una cruz para que todos lo vieran.
En aquel tiempo, la crucifixión se utilizaba como castigo, pero iba mucho más de la muerte misma, era un aviso de lo que podía sucederle a quién desobedeciera, amedentrar. Otra escena dolorosa inborrable es la de aquellos que estan debajo, esperando que esa crueldad se lleve esa vida.
Hoy viernes santo a nivel astrológico tenemos la Luna en Sagitario ♐️ en la mañana la fé, la fuerza, la esperanza y en la noche entra en Capricornio ♑️ el padre, la responsabilidad que asumimos.
En muchas ocasiones, me he cuestionado sin razón por qué la madre no hizo nada para salvar a su hijo, pero después de tantos años de reflexión, comprendí que esa madre estaba allí abajo, quizás sintiendo todo sin poder hacer nada. SOLO ESTAR Y SOSTENER.
Todas las madres, en general, sostenemos y protegemos, sin importar la edad que tengan nuestros hijos. María no se fué. No gritó, no intervino, pero no fué pasiva. Fue una mujer que se mantuvo de pie ante lo insoportable. Cuando todo se apaga, solo queda el silencio. No hay palabras.

Cuando lo bajaron, ella lo sostuvo con las pocas fuerzas que le quedaban. En esos momentos, cuando recibimos una mala noticia, cuando nos toca vivir escenas fuertes, nuestra energía se agota y nos desplomamos. Caemos tendidos al piso sin poder levantarnos.
¿Qué siente una madre al tocar el cuerpo frío de su hijo? Es algo indescriptible; no hay palabras para esa pérdida, es una herida que nunca sana y siempre duele, la impotencia de no poder hacer, las preguntas sin respuestas, la rabia, la negación.
A veces, lo que más duele no solo es lo que ocurrió, sino lo que pensamos que pudimos evitar, o lo que pudimos hacer, lo que no se quedó dentro, lo que faltó por vivir.
Luis hace un tiempo coloco esta imagen, en su carpeta de música y aunque no es María representa tantas madres que sostienen en sus brazos sus hijos muertos por violencia.

Este dolor es una herida que ha quedado en la memoria colectiva, de la humanidad que activa culpas, impotencia, el amor que no pudo proteger, el desapego, los "hubiera", la injusticia, en fin.
Si alguna vez has sentido que diste todo y no fue suficiente, y te quedaste sosteniendo. El vacío que dejó ese amor, entonces comprenderas el dolor de María.
Ella, como tantas otras madres, representa la fortaleza silenciosa ante la pérdida, el amor inquebrantable que trasciende el sufrimiento. En cada mirada, en cada lágrima que no se derrama, hay una historia de resiliencia.
El legado de María no es solo el de una madre que lloró la muerte de su hijo, sino el de una figura que nos enseña a permanecer firmes ante la adversidad. A través de su ejemplo, aprendemos que el amor verdadero no se mide por lo que se puede cambiar, sino por la capacidad de estar presente, de acompañar incluso en los momentos más oscuros.
En esos silencios compartidos, en la unión del dolor y la esperanza, encontramos la esencia de la humanidad. María nos recuerda que aunque el sufrimiento es parte de la vida, también lo es la capacidad de amar sin condiciones, de sostenernos mutuamente, de encontrar luz en la oscuridad.
Así, generación tras generación, seguimos recordando no solo el acto de la crucifixión, sino también la imagen de una madre que, en su dolor, nos enseña sobre la fuerza del amor inquebrantable. Y en esa enseñanza, hallamos consuelo y fortaleza para enfrentar nuestras propias batallas, sabiendo que nunca estamos solos.
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